jueves, 15 de agosto de 2013

Manatí en el siglo XVIII: influencias cabildeantes

Otro breve segmento editado del libro en prensa Manatí en el siglo XVIII: economía, sociedad, vida cotidiana, por Carmelo Rosario Natal:

El rico propietario de Manatí Francisco López de Arze era uno de los regidores del cabildo de San Juan hacia octubre de 1751. Por su intercesión, el gobernador le concedió un predio de terreno en la ribera del río a un Manuel de Rivera. Pero le llegó información quejosa al gobernador Bravo de Rivera y éste ordenó una investigación sobre el regidor López de Arze. Este había repartido tierras en varios hatos importantes [que se mencionan], supuestamente para ayudar a los desacomodados, como pretexto para favorecer seguramente a personas allegadas a sus propios intereses. La investigación indujo al gobernador a retirar el título de propiedad expedido a Rivera, uno de los favorecidos por López de Arze. No se mencionan las otras personas favorecidas por regidor, ni las perjudicadas, excepto una, Diego Sánchez. Convenientemente, López de Arze no asistió a la sesión del Cabildo en la que se le delatada y denunciaba, "por estar enfermo". Lo interesante fue la conclusión que el gobernador dio al asunto: "Porque luego que su señoría se enteró de lo cierto, lo rompió y quemó" [el expediente] No necesita más comentario lo que implicaba el acto del más poderoso del país para hacer desaparecer la evidencia de las transgresiones de otro privilegiado, que lo era tanto en su localidad pueblerina como ahora en el cabildo capitalino. No sería esta la única instancia en que aparecería un rico vecino de Manatí ejerciendo influencias desde San Juan. El Dr. Jacinto Santana (abogado) fue ascendiendo hasta que llegó a concejal del Cabildo y abogado y gestor importante en agencias del gobierno central a comienzos del siglo XIX.

viernes, 9 de agosto de 2013

LA BIOGRAFÍA EN PUERTO RICO: HISTORIA, TENDENCIAS Y LA AGENDA QUE NOS RETA


 

por Carmelo Rosario Natal, Ph.D.


 

Entrada

El propósito de este ensayo es iniciar y provocar una reflexión en torno al género de la biografía (y sus conocidos subgéneros relacionados) en su trayectoria histórica puertorriqueña, de modo que de alguna forma podamos unirnos al esfuerzo colectivo que intentamos poner en marcha, a los efectos de contribuir a su revitalización y aggiornamento necesarios.

En momentos en que se expande en el mundo la tendencia globalizante que tantos impactos sociales y humanos complejos provoca, la biografía, la autobiografía, las memorias, los diarios íntimos, la correspondencia, las reflexiones y otras formas germanas, se han constituido en uno de los corpus de la creación histórico/literaria de mayor interés, abundancia y pertinencia en múltiples áreas geográficas. Es evidente que la carrera hacia la globalización le ha dado nuevos impulsos y mayor presencia que la que nunca antes se había percibido en la multisecular historia del género, al que hoy día, en reconocimiento a sus numerosas variantes, se denomina en el lenguaje internacional vigente, como el arte de escribir historias de vida ("life writing").

En el medio cultural puertorriqueño, las carencias perceptibles en el estudio y la divulgación del fenómeno de la globalización, su naturaleza y sus implicaciones, se reflejan en una notable dejadez en lo relativo a la atención profesional del género biográfico (entiéndase siempre, con sus subgéneros adjuntos mencionados). Si por un lado sigue creciendo en los ámbitos intelectuales y académicos internacionales el número y la calidad de escenarios en que se producen y divulgan los trabajos de centros, institutos, congresos, cursos y otras iniciativas dirigidas a ubicar el género entre los productos culturales de mayor importancia, en Puerto Rico, por otra parte, y pese a los extraordinarios saltos cualitativos que han experimentado la historiografía, las ciencias sociales y políticas y la crítica literaria, no es difícil notar los rezagos empobrecedores que padecemos.

El comienzo de una reflexión crítica tanto a nivel colectivo como individual, podría ser un aporte que contribuya a sacudir atrasos, modorras, complacencias, mitomanías, apegos a lo repetitivo y, tal vez, aunque no se exprese abiertamente, prejuicios inconfesados contra el género biográfico. Los ensayos que componen este volumen se orientan en esa dirección como un ejercicio inicial. En este escrito en particular, intento contribuir desde una perspectiva muy personal, con la cual me inscribo en un enfoque que llamo "autobiográfico". Quiero decir con ello que me apoyo en la modesta y franca presentación de lo que me parece haber percibido en mi larga trayectoria docente, académica e investigativa en y fuera de los recintos universitarios.

La exposición que sigue consiste de tres partes. En la primera, la pregunta que rige podría formularse así: ¿Cuál o cuáles parecen haber sido a grandes rasgos, el o los conceptos de ser biógrafo en Puerto Rico a través del tiempo? ¿En qué ha consistido el oficio, cuáles han sido sus temas preponderantes, sus metodologías, tendencias y hallazgos? A estos efectos, se adelantan apuntes generales y preliminares a modo de provocaciones que podrían iniciar debates e intercambios fructíferos. En la segunda parte examino mi propia trayectoria como biógrafo, con referencias concretas a trabajos publicados o en proceso. El objetivo en este caso es intentar comprender la ubicación aproximada que me corresponde en la trayectoria previamente trazada, con la intención de
autoevaluarme críticamente; esto es, apuntando a lo que considero logros y señalando las debilidades y tropiezos que mi propia mirada detecta, con el propósito de orientarme personalmente hacia los esfuerzos prospectivos que se requieren.

No es común esta práctica de la autocrítica en nuestros medios intelectuales. Aparte de que se pueda anticipar la consabida objeción de la falta de "objetividad" del que se autoevalúa, no por eso se debe prescindir del intento, que podría en sí mismo proponer el tema como objeto de discusión ulterior: ¿Qué es autoevaluarse críticamente en tanto biógrafo? ¿Por qué apenas lo hacemos, si es que alguna vez lo hemos hecho? ¿A dónde podría conducir la práctica, si es que lográsemos abrir el diálogo crítico al respecto para instituirla como tal? En la tercera jornada de este ensayo destaco la necesidad imperiosa de que los cultivadores del género en Puerto Rico incursionemos bibliográfica e investigativamente en el plano internacional para conocer cuáles son las tendencias teóricas, críticas, temáticas y metodológicas predominantes, en una geografía tan amplia y diversa, en torno a los estudios sobre la biografía; esto es, el arte del "life writing". Esta urgencia resulta insoslayable como método para comenzar a pensar más allá de las tendencias que han predominado tradicionalmente en nuestra frontera nacional y como antídoto contra mentalidades y actitudes demasiadas veces todavía francamente estancadas y provincianas.

El mundo de la biografía es hoy día más ancho que nunca antes, y no hay razón para que nos permanezca ajeno. Con esta perspectiva internacionalizante tal vez podríamos producir una agenda de trabajo que a corto y mediano plazo refleje impactos frescos y vigorizantes en el cultivo prospectivo del género en nuestro medio. Del mismo modo que la historiografía puertorriqueña en general experimentó el primero de varios saltos cualitativos recientes desde su crítica a la llamada generación "tradicional" a partir de 1970, es de esperarse, y hasta factible, creemos, que la biografía y sus subgéneros, aunque tardíamente unos cuarenta años después, comienze a reinventarse, se incorpore a lo mejor que se produce en el resto del mundo y cobre en nuestro país la profundidad, el aggiornamento y el prestigio y respeto que merece.

Ser biógrafo en Puerto Rico: notas o provocaciones para investigar esa ruta

La historia de la teoría y la praxis de la biografía en Puerto Rico está por escribirse. Primero habrá que hacer un acopio bibliográfico sistemático de lo existente y paralelamente, una recopilación antológica de las escasas y dispersas reflexiones teóricas emitidas. Pese a las exigencias de la tarea pendiente, se pueden intentar algunas observaciones de tipo general, no importa que se las considere pretenciosas y debatibles, como en efecto lo serán y deben serlo. Para empezar: ¿Fueron acaso "biógrafos" algunos de los miembros prominentes de los cacicazgos indígenas? ¿De qué maneras pueden haberlo sido? Robiu Lamarche, al inicio de su capítulo 8, escribe sobre ¨Areito o recordar es vivir": Señala que en la ceremonia del areito se rememoraba la biografía colectiva, se destacaban las genealogías, las proezas de los caciques y "las experiencias de Yayael, Itiba, Cahubaba, Deminán Caracaracol, Macocael, Yahubaba, Anacacuya, Guahayona, los personajes míticos que con su sacrificio dieron paso a las diversas etapas de la creación". En los areitos se revivía, en fin, "el tiempo de los orígenes, se recreaba la época primordial de los disoes y héroes, es decir, se volvía al tiempo sagrado." Hay que pensar, por tanto, en los elementos que constituían aquella mentalidad simbólica biografiante. Toda cultura primitiva transita por esta etapa. En nuestro caso, sería interesante, además de una atención específica en el tema desde el punto de vista local, la aplicación más fondo del método comparativo con relación a las culturas circunvecinas coetáneas. Ciertamente, nuestras sociedades prehispánicas antillanas tuvieron sus biógrafos profesionales, operando, claro está, a la altura de las mentalidades neolíticas que les contextualizaban. El biógrafo oral, oficiante muy respetado en cuanto procedía de los caciques y/o behiques, ocupó un espacio muy necesario y privilegiado en su sociedad. Ni remotamente podríamos relacionar a nuestro gremio en los tiempos que corren en Puerto Rico con tal pertinencia relativa. Aunque, vale decir, que al hurgarse entre las tendencias internacionales de más reciente cuño, se puede observar que bastante se está intentando para adjudicarle mayor utilidad práctica y prestigio social al historiador y al biógrafo profesionales.

¿Cómo se concibe y practica el oficio de biógrafo con la conquista y colonización? Metodológicamente, predomina la crónica. Temáticamente, al principio, se destacan la historia natural y la observaciones de tipo etnológico en torno a los pueblos conquistados, por vía de las narraciones claramente matizadas del invasor. A este le interesó, desde las primeras versiones de los textos colombinos, la crónica, la carta/relación y el memorial a la vez que descriptivos, favorables a sus intereses personales y a la acumulación de méritos para sus respectivos expedientes biográfico-colonizadores. Esto, de parte del conquistador colonizador mismo. Por el lado del estado español en América, se traslada acá rápidamente la vieja mentalidad puntillosamente burocrática que requiere, para apuntalar sus controles, detalladas relaciones biográficas de miles de personas, con énfasis en los servicios, reales o alegados, prestados a la corona, y sus respectivas competencias para aportar al proceso conquistador, colonizador e imperial. Se produce una inmensa cantidad de expedientes con exasperante minucia administrativa e incontables enfrentamientos jurídicos. Pero según sigue descubriendo el investigador de hoy, se trata de un depósito sine qua non para desempolvar información y montar biografías modernas atinentes al largo período colonial español. Mientras en la historiografía de la America continental se han explotado ampliamente estas posibilidades biografiantes, en el Caribe antillano de habla española, que sepamos, se anda muy a la zaga sobre el particular.¿Qué sorpresas podrían esperar a los investigadores puertorriqueños interesados en la biografía de la época colonial española, si ocurriera una inmersión nueva y más agresiva en estos mundos tan pobremente minados?

Lo que no ocurrió – y no podía ocurrir – durante los primeros tres siglos de aquella dominación, fue la aparición de la biografía y del biógrafo como ocupación y oficio de interés en sí mismos, más allá de la crónica, el informe burocrático y la información con contenido biográfico tendencioso en reclamaciones, pleitos, legados y otros documentos oficiales.

A partir de la transición del siglo XVIII al XIX, y a todo lo largo de éste último, cambian sustancialmente las condiciones históricas de la isla, y por lo tanto las coyunturas que harían posible al menos unas primeras manifestaciones del trabajo biográfico en el escenario puertorriqueño. Más no se trataba del oficio profesional de biógrafo, todavía. La historiografía, que se iba perfilando a fines del XVIII con las tradicionales crónicas, a las que se sumaban las de los viajeros e investigadores científicos, y luego con el hito que fue la obra de Fray Iñigo Abbad, tendrá algún modesto vuelo en el siglo XIX, entre el tiempo del propio Abbad y los trabajos investigativos de Salvador Brau hacia fines del XIX y comienzos del XX. Conocemos algunos atisbos de esta trayectoria. Hasta ahora, no se ha encontrado en nuestra historiografía del siglo XIX una sola pieza que merezca llamarse biografía sensu stricto. No ha nacido el biógrafo dedicado todavía. No han aparecido trabajos que reflejen el estudio sistemático y documentado de algún personaje, prominente o no. La atmósfera política, la represión, la censura, la precaución con la que tiene que moverse el letrado e intelectual, como ya han demostrado los estudios atinentes al nacimiento de nuestras literatura nacional hacia mediados de siglo, cortaban el vuelo.

No obstante, a medida que crecía en importancia numérica, económica y social lo que se ha llamado la burguesía agrícola liberal criolla, se fueron soltando, limitada y esporádicamente, los impedimentos para la expresión pública de algunos escritos que, sin contener material "subversivo" y burlando de maneras ingeniosas la siempre presente censura, elaboraban bocetos o breves pinceladas biográficas. Así, se podría considerar la obra de Sotero Figueroa, Ensayo biográfico de los que más han contribuido al progreso de Puerto Rico (Ponce, 1888) ,
como un caso notable de excepción, producto de la atmósfera de secularización y modernismo que subyacía a la dinámica económica y política coyuntural. Según se acercaba el fin de siglo, era más frecuente la aparición de breves esquemas biográficos en libros generales, como lo ilustra la obra de tono periodístico en dos tomos de Eduardo Neumann Gandía, Benefactores y hombres notables de Puerto Rico: bocetos biográfico-críticos, (Ponce, 1896-1899), y en la prensa liberal. Estos primeros intentos esperan por una compilación, edición y estudio de conjunto contextualizado.

Parecía predominar, pese a los retos y transgresiones valientes de algunos, la mentalidad cautelosa y precavida que la censura generaba en las plumas liberales. Por ello, hay que destacar que esta realidad propició la producción de alguna literatura memorialista
inédita, parte mínimamente conocida hoy de una historia que está por investigarse a fondo. Dos importantes figuras de las letras puertorriqueñas elaboraron memorias que serían publicadas póstumamente: Alejandro Tapia y Rivera, Mis memorias, o Puerto Rico como lo encontré y como lo dejo (fecha)
y José Marcial Ocasio, Un poco de historia colonial. (fecha) Se trataba de observaciones desde la perspectiva liberal crítica en torno al escenario socio político que les tocó vivir hacia mediados y fines del siglo. La información que prima en estos escritos es el producto del intento de descripción y análisis del cuadro de las estructuras coloniales y sus impactos en las instituciones y en la vida de la clase letrada principalmente. Al cerrar el siglo un médico de Fajardo, el Dr. Esteban López Jiménez escribía cuadernos y memorias íntimas en torno a algunos de los sucesos de 1898 y los primeros años de transición al nuevo siglo. Estos trabajos fueron publicados en 1998 bajo el título de Crónica del 98: el testimonio de un médico puertorriqueño.

El investigador interesado en explorar con insistencia este renglón de las memorias decimonónicas, que parece haber sido el oficio que sucede al del cronista que aportaba información biográfica, y que corre paralelo a los breves apuntes biográficos de origen periodístico o dentro de alguna que otra obra colectiva, podría toparse con la sorpresa de que exista un número indeterminado (aunque no grande, seguramente) de otras memorias inéditas redactadas en el siglo y que esperan por sus descubridores y editores. Hace veintiocho años llegó a mis manos una fotocopia de uno de estos documentos inéditos, titulado "Apuntes sobre la vida de un cualquiera". Es un manuscrito que se acerca a las 200 hojas y está elaborado a mano por un español originario de Cádiz que emigró a Cuba, donde se hizo abogado. Narra sus peripecias personales, familiares, estudiantiles y profesionales y sobre todo, devela las interioridades del mundo administrativo burocrático en el que se desempeña tanto en Cuba como en sus subsiguiente emigraciones a Santo Domingo y Puerto Rico. Ese considerarse "un cualquiera" le da un toque diferente al género memorial inédito de que hablamos, puesto que el autor no pasó de ser un funcionario de segunda o tercera categoría, y es desde esa perspectiva que nos presenta su visión antillanista comparada con un punto de vista conservador. Por otra parte, este escrito va más allá de los apuntes predominantemente sociopolíticos de Tapia, Quiñones y López Jiménez, en cuanto hay, paralelamente a la memoria de algunos asuntos públicos, bastantes detalles y reflexiones autobiográficas en las que, además de ensayar el análisis sobre su propio carácter, el autor reflexiona en torno al de su propia familia y otros allegados. Al presente, trabajo en la investigación correspondiente para editar y publicar esta primicia.

¿Qué sucede con el género a raíz de la invasión estadounidense? ¿Cómo se altera, y en qué formas, el oficio de biógrafo a partir de aquella sacudida radical en la historia de Puerto Rico? Ante el hecho patente de que habrá mayor libertad de expresión y de publicación después del gobierno militar inicial en la nueva colonia, no es extraño que se abran nuevas posibilidades para la investigación histórica en general y la biográfica en particular. Se había configurado la necesidad colectiva de destacar los valores pueblerinos y patrios, tan subsumidos por la censura y la persecusión previas. Brau y Coll y Toste encabezan los nuevos esfuerzos historiográficos, que ahora contienen, además de los tradicionales bocetos biográficos de la prensa y algunas revistas, esfuerzos algo más sofisticados por esbozar biografías de personalidades destacadas; al menos, en las ocasiones en que el primero inserta "rectificaciones históricas", algunas de ellas de carácter biográfico. Ya no es necesario circunvenir la censura ni la persecución detrás del disimulo periodístico o la memoria pensada y escrita para permanecer anónima, esperando mejores tiempos. Neumann Gandía continúa su trabajo con su Auténtica y verdadera historia de la ciudad de Ponce Ponce,( 1913)
en la que continúa con la acostumbrada sección de sinopsis biográficas de figuras ilustres.

Las primeras décadas del siglo XX reflejan la pobreza general de la colonia en la muy limitada producción historiográfica y biográfica. Los literatos, políticos y periodistas acaparan la producción. No existen, salvo las pocas figuras mencionadas, historiadores ni biógrafos profesionales especializados. Las figuras distinguidas y letradas de los pueblos, y las de reconocida talla nacional podían ser, y serían a menudo, políticos, literatos y periodistas al mismo tiempo, y eran ellos los reconocidos como "biógrafos", cuando se aventuraban a escribir y publicar bocetos para libros, artículos para periódicos y revistas o notas para conferencias ateneistas. Con relación a este renglón, cabe mencionar, por su carácter novedoso y revelador, la publicación de las memorias de Angel Rivero Méndez, atinentes a los años 1925-1927, que resultan muy informativas, tanto sobre la vida del autor y su contexto, como por las pistas que arrojan para posibles trabajos biográficos de otros coetáneos.

Pero comienza a hacer su aparición en el escenario el biografo algo más atento, que ya produce escritos de la dimensión de libro publicable, imponiendo desde entonces y hasta hoy el tema dominante: la biografía política. La figura de Luis Muñoz Rivera dominará tanto el escenario como
el interés de lo que podríamos denominar los primeros biógrafos de este período. Curiosamente, en el caso de Muñoz Rivera ocurre algo excepcional. La primera biografía que de él se escribe trata sobre su vida en Barranquitas antes de trasladarse a Ponce. Se completa en 1919, a los tres años de su muerte. Permanecerá inédita y no se publicará sino hasta 1993. Lo particular de este primer esfuerzo consiste en que se trata de la memoria, bien fresca y articulada, de su íntimo amigo y cuñado, Quintín Negrón Sanjurjo, en torno a los años formativos del barranquiteño: Los primeros treinta años de la vida de Muñoz Rivera. Este importante ejercicio, la exploración de los años formativos de los biografiados, que ocurre precisamenmte al debutar la bibliografía sobre Muñoz Rivera, no suele practicarse en tiempos más recientes con la frecuencia y la profundidad necesarias. Ciertamente, así comienza la biografía política del procerato puertorriqueño en la que los principales sujetos iniciales lo son Muñoz Rivera, Antonio R. Barceló, José de Diego, José Celso Barbosa y Santiago Iglesias Pantín.

Cuando a partir de mediados del siglo XX la historiografía se iba profesionalizando al compás del acelerado cambio social conocido, se comenzó a ver un prometedor despunte de la biografía y del biógrafo. Se irían perfilando en el género algunas características que se entronizarían hasta el presente. La más notoria: el biógrafo como narrador de la historia política descriptiva y líneal de su sujeto. Casi siempre se trata de figuras cimeras, con algunos grandes astros de la literatura, las artes plásticas y los deportes. En general, e independientemente de las variadas calidades de estos trabajos y de las investigaciones en que están basadas, lo que se destaca es la "obra" públicada y/o pública, no las profundidades y complejidades humanas del sujeto.

Por otra parte, se ha tendido a biografiar personalidades casi exclusivamente a base de lo que éstas escribieron o dijeron. En algunos casos los libros resultan ser sartas de citas y síntesis de lo que tal o cual prócer dijo. Así se reduce considerablemente el universo de fuentes consultadas y se insiste que esos próceres fueron grandes solamente por lo que pensaron y escribieron, más que por lo que hicieron, o por las decisiones y caminos que tomaron en la realidad y por su impacto en otros seres humanos y en ellos mismos.

Esta biografía política tradicional no siempre abunda en la contextualización de la vida de sus personajes. Ha habido poco estudio y articulación entre el ente biografiado y las realidades que enfrenta y a las que reacciona o quiere cambiar o modificar. Por último, se ha pretendido hacer biografía con documentación insuficiente y sin esfuerzos adicionales para localizar nueva evidencia y materiales que, aunque aparentemente marginales, no dejan de ser pertinentes. Como consecuencia, en la biografía política tradicional se ha tendido a menudo a repetir información acríticamente, incluyendo mitos, tergiversaciones o medias verdades que se se repiten de publicación en publicación, incluyendo las antologías biográficas muy a la moda para consumo escolar, comercial y turístico. Todo esto, sin considerar casos de ocultamientos de evidencia, la invención de sucesos y el uso fuera de contexto de algún documento específico, desde el cual se pretende montar toda una interpretación que responda a esquemas interpretativos preconcebidos.

Si es básicamente cierto que ha predominado la biografía política tradicional (con los señalamientos críticos apuntados), es de rigor señalar también que paralelamente el género de la memoria ha tenido una trayectoria respetable, a partir de la segunda mitad del siglo pasado. No nos habíamos percatado de ello hasta que recientemente iniciamos una reorganización de nuestra biblioteca personal e hicimos varias visitas más atentas a nuestras principales librerías. Si fueron pocas aquellas memorias ocultas, inéditas, temerosas al estado y sus órganos de represión que cultivaba el elemento liberal tarde en siglo XIX, hoy nos topamos con una considerable producción publicada. Para sorpresa nuestra, ha sido una constante, y su número sigue en rápido aumento, como lo puede constatar fácilmente quien sea habitué a los anaqueles de las librerías aledañas a los recintos universitarios y de esa catedral del libro que se llama la cadena Borders en sus tres sucursales de Puerto Rico.

Hay memorias de políticos prominentes de gran impacto social y otras de políticos de menor alcurnia pero que aportan significativas perspectivas. Algunos juristas han dejado su testimonio. Pintores y artistas gráficos comienzan a publicar sus recuerdos y reflexiones. Algunos veteranos de las guerras de Corea y Vietnam han publicado memorias, así como veteranos de las batallas y enfrentamientos de los movimienbtos políticos nacionalistas. Se comienzan a ver en las estanterías memorias de ex funcionarios que dan testimonio de los muchos años que dedicaron al servicio público. Me consta que en estos momentos hay otros ex funcionarios, profesores universitarios activos o jubilados (incluido quien escribe) y maestros que trabajan en sus memorias.

El cultivo de la autobiografía (y sus colindancias con la memoria) ha tenido también una trayectoria que ya comienza a producir estudios críticos, como lo es el caso del libro de Rosa Guzmán Mercerd Las narraciones autobiográficas puertorriqueñas: invención, confesión, apología y afectividad.
En la obra se utilizan los criterios teóricos del libro clásico de Phillip Lejeune, Le pacte autobiographique
(Paris, 1975), para trazar la historia de este género "escurridizo e híbrido" en nuestro medio, partiendo de Infortunios de Alonso Ramírez, descritos por el mexicano Carlos Sigüenza y Góngora (1690). Este es un aporte significativo que contribuye a proponer nuevas avenidas de investigación y de producción por esta banda. Ciertamente, el oficio de autobiógrafo cuya huella se expone y comenta, podría enriquecerse con este buen punto de partida orientador y con el estudio y ubicación de muchos otros títulos disponibles y en proceso de publicación.

Es evidente que actualmente en Puerto Rico se comienzan a percibir los impactos más inmediatos de la globalización del interés en la biografía, la autobiografía, la memoria, y en menor grado, los diarios íntimos y otros textos relacionados. Basta con auscultar con detenimiento los anaqueles de las principales librerías. Allí se confirma lo antedicho y, por otra parte, se observa, especialmente en las librerías comerciales orientadas al público más general, el elemento adicional de la proliferación de memorias y algunas "autobiografías" de personalidades de la farándula. La calidad de estos trabajos es muy variopinta. A menudo parecen dominar los anaqueles y exhibidores principales, puesto que se asume obviamente que estos títulos son más "vendedores." Pero es de notar que entre estos libros de las llamadas celebridades se encuentran, en cantidades y presencias más modestas, algunas memorias y autobiografías de damas y caballeros sencillos y humildes sin gran renombre, que escriben desde la perspectiva de la rememoración pueblerina. Son maestros y otros empleados jubilados de distintas ramas del trabajo, amas de casa, gentes de letras y artes no famosas y hasta algunos comerciantes exitosos también. Podría hacerse un inventario clasificatorio por tipos de autores, localidades y temas, en torno a esta creciente oferta editorial que de algún modo tiene que ver con los múltiples impactos sociales y humanos de la globalización. ¿Se tratará acaso, por ejemplo, de intentos de rescatar y reafirmar la individualidad íntima en estos tiempos de abrumadoras anonimias? ¿Qué hay detrás de las "redes sociales" que signan las muchas y diversas facilidades "cibernéticas" de comunicación? Los elementos biográficos y autobiográficos que pueblan la red, ¿son o pueden ser o no, considerados como elementos serios asociables al género?

De la celebración mítica en los areytos, donde surgieron nuestros primeros "biógrafos", pasando por las crónicas de la conquista y colonización, las memorias tímidamente ocultas del siglo XIX y el oficio del biógrafo profesional que nace al compás de la historiografía moderna en el país, hasta el predominio simultáneo de la biografía política y las memorias y autobiografías de múltiples luces y voces que pueblan los anaqueles comerciales y académicos hoy. Este ha sido parte del trasfondo secular que conduce a un presente que aguarda por investigaciones frescas y por nuevos y creativos aportes, tanto a esta historia que nos ha evadido, como a la teoría y práctica del género.

Sobre mi ruta: una experiencia, con autocrítica

El modesto esbozo que precede es solamente una propuesta muy preliminar, y obviamente simplificada, de un proceso que seguramente ha sido más complejo y poblado de variantes que se deben señalar. Solo pretende contribuir a la apertura del tema; a saber, ¿cuál ha sido la trayectoria histórica del oficio de biógrafo(a) en Puerto Rico? Planteo a continuación la ubicación que considero me corresponde el contexto de la anterior evolución. Tal como lo anticipé al principio, son dos las preguntas guías en esta segunda sección del ensayo. Por una parte, intento trazar los caminos de mi personal producción y lo que considero logros en términos teóricos, metodológicos y prácticos. Por otro lado, intereso dirigir el ojo escrutador crítico a mi propio trabajo a fin de (a) señalar sus limitaciones, lagunas y deslices y con ello (b) invitar a abrir la posible práctica de la autocrítica, tendencia bastante normal en otros escenarios intelectuales, pero prácticamente ausente en nuestro medio.

Al revisar mi listado de publicaciones y de trabajos en proceso a lo largo de cuarenta años de esfuerzos, me percato de que la vocación y tendencia (casi inconsciente) hacia el enfoque biográfico ha tendido a predominar. No recuerdo que ello haya sido producto de una decisión específica. Tampoco me había planteado consideración alguna relativa a si hay diferencias entre el trabajo histórico en sí y el método biográfico. Sencillamente, he ejercido desde ambas perspectivas indistintamente, sin poner sobre el tapete la pregunta sobre las diferencias teóricas entre ambos enfoques. Por el lado de la práctica biográfica, observo una constante temática: interés instintivo y persistente en la vida de "los de abajo", aún antes de que la importante revisión historiográfica que se puso en marcha en Puerto Rico a partir de los años setenta del siglo pasado me alertara más conscientemente sobre el particular. He comentado con amigos y colegas que no fue casualidad el hecho de que mi primer modesto ensayo de historiador nobel haya sido un breve esbozo biográfico sobre un negro muy pobre de mi pueblo, Manatí, quien fue maestro y periodista aficionado durante las primeras décadas del siglo XX. Era conocido y se le recuerda como Nisio el Negrito. Curiosamente, treinta y siete años después, con más estudios y experiencia, vuelvo a esta misma tendencia y dicto una conferencia de corte biográfico sobre el borrachín de la calle más famoso del pueblo, "Molleja, homenaje a la decencia", nada menos que en el Centro Cultural José S. Alegría de Manatí. En el interin, se me presentó la oportunidad, al ejercer como historiador invitado del pueblo de Villalba entre 1990 y 1995, de investigar y producir dos tomos de historia local, en los cuales los principales protagonistas fueron personajes sencillos (muertos y presentes) que constituyen una peculiar galería humana. Alcaldes de procedencia modesta, asambleistas, empleados municipales muy humildes, vendedores ambulantes, maestros, deportistas, vecinos, estudiantes. Todos fueron retratados en pequeñas viñetas biográficas colectivas. No faltaron otros héroes anónimos. También surgieron durante esta experiencia villalbeña bocetos colectivos de pitorreros, carboneros, sepultureros, costureras, amas de casa, comadronas, zapateros, chóferes de carros públicos, carteros, carreteros, picadores de caña, recogedores de basura, veteranos de guerra y envejecientes en su asilo. No puedo olvidar las palabras de aquella enérgica anciana que había sido pitorrera durante la Prohibición, y que orgullosamente decía: "Fui pitorrera para ayudar a mi familia, y a orgullo". Ni al antiguo carretero don Gaspar Colón Torres, del barrio Hato Puerco Abajo, quien al rememorar los peligros de su oficio a sus ochenta y siete años, decía que todavía se asustaba cuando algunos recuerdos malos ocasionalmente venían perturbar sus sueños: "A veces salgo soñando que el buey me tira un cabezazo y yo brinco".

Esta tendencia persistente e impensada, al menos en el plano consciente, a acercarme a los pobres y humildes de la tierra, me condujeron hace muchos años a dedicarme, como tema de especialidad biográfica, a la figura de Luis Muñoz Marín. A este reconocido campeón de las reivindicaciones de los miserables explotados secularmente he dedicado mis más consecuentes esfuerzos investigativos desde el año de 1973. Pero, mientras otros investigadores sobre este impactante personaje han concentrado su atención en su faceta política, especialmente en torno al perennemente debatido asunto sobre su evolución en torno al tema del estatus, yo he optado por explorar la persona, el carácter y las principales tendencias de la mentalidad de quien considero la figura de trascendencia pública más compleja y polifacética de la historia de Puerto Rico hasta el presente. No se pueden comprender a cabalidad las posturas y propuestas de personaje público alguno si no se penetra en lo posible en la textura completa de su carácter y personalidad. No basta con exponer, analizar y evaluar críticamente la obra pública del biografiado. Es indispensable intentar comprender los más íntimos resortes de la personalidad, que conducen precisamente a postular tales o cuales reflexiones y acciones sobre la sociedad y sus problemas, y no otras. Es por esta vía que me he enfrentado por muchos años al caso de Muñoz Marín.

Me decía en una ocasión un distinguido colega que mientras estudiaba en serio la figura y el pensamiento de Pedro Albizu Campos, descubrió y se interesó en la de Luis Muñoz Marín. Le riposté al colega que me había pasado lo contrario: la investigación y el estudio en torno a Muñoz me habían conducido a la fascinante biografía de Albizu. Este heroico batallador por la nacionalidad y también defensor de los humillados y explotados ha sido objeto de acercamientos biográficos múltiples de muy variada calidad y resultados. Es evidente que en este caso hacen falta muchas búsquedas documentales nuevas y frescas que permitan montar una reconstrucción biográfica mucho más amplia que trascienda los tradicionales parámetros políticos conocidos. Al igual que en el caso de Muñoz, es indispensable plantearse preguntas penetrantes atinentes a su formación, carácter, personalidad y las tendencias predominantes de la mentalidad.

Precisamente por el gran interés que me han suscitado estas figuras cimeras, y por la necesidad de intentar entenderlas mejor como entes humanos completos y complejos, he estado proponiendo desde 1990, investigando y preparando un estudio en el cual se siguen paralelamentre sus respectivas trayectorias. Creemos que haremos una contribución al nacimiento de la biografía comparada en Puerto Rico con este estudio, titulado "Pedro Albizu Campos y Luis Muñoz Marín: la patria y dos caminos. Hisatoria de una relación". No se trata solamente de volver sobre los caminos conocidos de la confrontación política en la que desembocó lo que fue una relación inicial de amistad y de convergencias patriótico/independentistas. El objetivo es precisamente penetrar más a fondo en el carácter, la personalidad y las tendencias predominantes de ambos, su relación comparativa y, por consiguiente, en una mejor comprensión de las opciones y programas de acción pública que propusieron y con las cuales se comprometieron con todas sus implicaciones.

Así he procedido a nivel de los trabajos e investigaciones académicos. Desde la perspectiva de los encargos contractuales profesionales, mi expediente señala que también he trabajado y trabajo con biografías de sujetos que provienen de orígenes humildes y cuyas trayectorias han desembocado en éxitos espectaculares, no ya en el ámbito político sino en el de los negocios y las gestiones filantrópicas. Las familias, parentelas, relacionados y amistades interesados en este tipo de trabajo generalmente los auspician para rememorar y exaltar las virtudes y logros de seres muy queridos que les parece que han sido olvidados demasiado prontamente, en el caso de personajes que han fallecido en tiempos relativamente recientes. Tal ha sido el caso de Antonio (Tony) Santana (1922-1995), precursor y pionero de los servicios a la aviación civil comercial en Puerto Rico. Se trata de la vida de un campesino que nació en un barrio muy pobre de Naguabo y que llegó a convertirse, con muy escasa escolaridad formal, en una presencia múltiple y abarcadora en las áreas de servicio a las líneas aéres y sus respectivas clientelas en los aeropuertos de Isla Grande e Isla Verde, durante casi toda la segunda mitad del siglo pasado. Al presente el manuscrito de ese trabajo está en etapas avanzadas. El principal problema investigativo en este caso ha consistido en el hecho de que no existe documentación seriada, ni escritos por parte del biografiado o sus más íntimos relacionados, ni huellas periodísiticas abundantes. El biógrafo, en este caso, ha enfrentado la ardua tarea y reto de intentar construir una biografía casi exclusivamente desde la historia oral, complementando este método con numerosas incursiones geográficas in situ, material gráfico/fotográfico y contextualizaciones apropiadas desde la historiografía accesible.

En otro caso, me topé con la vida y trabajos de un andaluz de orígenes modestos que ha vivido la mayor parte de su vida en Puerto Rico (1913- ), trazando su espectacular carrera desde su natal provincia de Granada, su educación como anarquista libertario, su participación en la Guerra Civil española, su deserción al campo republicano desde el servicio forzado al nacionalismo fascista, los extraordinarios avatares que pusieron su vida muy en riesgo en varias ocasiones, las penurias de la derrota en tanto luchador republicano y sus varios exilios, hasta recalar en Puerto Rico hacia mediados del siglo pasado, a partir de cuyo momento conquista el mundo de los negocios que lo han encumbrado como una persona sumamente exitosa en lo económico y un reconocido filántropo. (nota)

Procede ahora cumplir con lo anunciado. Primero, lo que considero aciertos a través de esa larga experiencia. Luego apuntaré las limitaciones y deslices. El trabajo ha sido fructífero, en primer lugar, en tanto me ha propocionado una diversidad de sujetos, escenarios
y retos metodológicos que se han planteado en función de la naturaleza particular de cada proyecto. Así, hemos incursionado con mucha frecuencia, en adición a los insoslayables requerimientos de la investigación bibliográfica, documental y contextual de rigor para todos los casos, en la metodología de la investigación oral, muchas veces in situ. Esto ha sido así tanto en el caso de sujetos no vivos ( personajes de la historia pueblerina de Manatí y Villalba; Santana, Albizu), como en instancias en las que el biografiado, quien ha legado un amplio cuerpo documental, fue entrevistado en los últimos años de su vida, falleciendo poco después (Muñoz). En un caso (Carvajal) la experiencia ha sido especialmente rica, en la medida en que el sujeto, aún vivo, ha sido un factor muy importante en la investigación al contribuir con un buen número de entrevistas grabadas y algunos breves escritos autobiográficos propios. Este cúmulo de información a su vez sirvió de semillero de pistas para las búsquedas bibliográficas, documentales, contextuales, y orales in situ complementarias. (alguna nota). No hay duda de que esta variedad y diversidad de escenarios le han proporcionado al biógrafo oportunidades y retos a la imaginación, movilidad y alguna capacidad para componer sus narraciones desde perspectivas documentalmente diversas y complementarias.

Una segunda ruta que considero positiva en estos trabajos tiene que ver con mi tendencia, ya varias veces reiterada, a preferir las vidas de gentes de las escalas sociales preteridas (que en algunos casos llegan al éxito social y personal) y las de quienes, también de procedencia modesta, se han dedicado a combatir a favor de aquellas. El énfasis ha sido en la búsqueda del carácter, la personalidad y las tendencias de la mentalidad correspondiente, más que en la espectacularidad de la "obra" pública y/ o política. No todas mis experiencias como biógrafo se han referido al procerato, político o de cualquiera otra índole. Me doy cuenta de que esta gama de experiencias y estudios le proporcionan al historiador/biógrafo algunos elementos adicionales con los cuales entender algo mejor la sociedad que sirve de contexto al biografiado, que cuando se estudia solamente el procerato; y en particular, el procerato de un sujeto solamente.

Otra área en la que considero que mi trayectoria ha sido productiva se refiere a la capacidad para cultivar un espíritu libre e independiente que no se amarra a preconcepciones teóricas o ideológicas, ni responde a versiones comprometidas para complacer a determinadas audiencias o grupos. Cuando le informé a un distinguido catedrático de la Universidad de Puerto Rico en 1973 (había sido mi maestro en un importante curso) que trabajaba en un libro sobre la juventud de Luis Muñoz Marín, éste me preguntó si se trataba de una biografía autorizada. De inmediato respondí, con indignación poco disimulada: "autorizada por mí". (nota) Este ha sido mi gesto desde siempre y lo considero como algo visceral de mi conducta.

Consecuencia de lo que antecede lo es mi acitud de mantener una conciencia alerta y pendiente a la búsqueda de nuevos materiales, informaciones y documentación, con los cuales reexaminar, revisar, ampliar y corregir versiones propias y ajenas de los sujetos biografiados. No alego que lo logro con la eficacia que desearía; sí afirmo que es el norte que me dirige. Lo aplico principalmente a las figuras que más sigo estudiando: Muñoz, Albizu e Inés María Mendoza. En este proceso autorevisionista, me ocupa principalmente la búsqueda insistente de nueva documentación que permita develar de maneras más aceptables aspectos adicionales de las mentalidades de los sujetos, enfrentando interpretaciones acríticas repetitivas, errorres factuales no atendidos y mitos y leyendas, no solamente reiterados sin explicación alguna, sino utilizados con frecuencia para "arrimar el fuego a la sardina" de alguna versión político/ideológica conveniente. (por aquí meter caso vizcarr¿)(decir en M INedito donde más…) Como todo trabajo investigativo, la tarea del biógrafo no termina nunca, y al igual que cualquier otro rubro, es necesario concebir la tarea como un proceso siempre abierto.

¿Cuáles han sido algunos de los principales deslices, fallas y lagunas que, en franca y sincera autocrítica, me parece encontrar en mi trayectoria? En primer lugar, me percato de que no ha sido sino hasta los últimos tres o cuatro años que he dedicado mucho tiempo a lecturas importantes sobre la teoría y la historia de la biografía y sus áreas relacionadas. Había practicado el género con muy poca o casi ninguna inmersión teórica y sin distinguirlo de la investigación histórica en su sentido general. Francamente, no se me había ocurrido hacer la distinción, aunque la intuía. Por un lado esta carencia de instrucción teórica y de distinción entre los géneros ha sido positiva, en la medida en que mis trabajos biográficos tienden a destacar contextos históricos, tal como opera normalmente el historiador general. Por otra parte, mi débil educación teórica no me había permitido tomar conciencia de los muchos aspectos y facetas adicionales (a las que he abordado) de que se compone el reto biográfico. Temas importantes tales como su aspecto literario con sus retos y posibilidades, (aquí nota y citar sobre lo de Picó) el tipo de lector y las estrategias para involucrarlo como parte del proceso comunicativo y la presencia de la subjetividad del biógrafo, aparte de su perenne compromiso con la verdad. Aunque presentes en la conciencia y patentes discretamente en mi escritura, no han recibido la atención y el desarrollo más a fondo que las corrientes más recientes de la historiografía y la biografía auscultan y aplican.(alguna nota biblio)

En un renglón de suma importancia para el practicante del género biográfico debo expresar un mea culpa, aunque no tengo duda alguna de que se trata de un mal de muchos, si bien no se admite, como lo hago yo aquí públicamente. Me refiero a lo que en psicología se conoce como "transferencia". Cuando las simpatías (legítimas) del biógrafo con su sujeto llegan al punto de una identificación emocional con el mismo, puede ocurrir de forma inconsciente (Freud) un fenómeno mediante el cual éste puede estar manifestando aspectos de su propia autobiografía. En ese caso, la identificación emocional puede apuntar a lo que en su obra clásica califica Leon Edel como respuesta a "una necesidad oculta de su propia naturaleza". Esto es, la del biógrafo. Para Edel, es muy peligroso para la labor biográfica no tener consciencia de este desliz, puesto que el biógrafo podría estar inconscientemente tratando de evitar descubrir verdades desagradables que pueden conducirlo a distorsionar u ocultar lo que los hechos documentados realmente sugieren. El biógrafo puede olvidar, escribe Edel, "que el amor es ciego y que esa ceguera ha sido exactamente lo que conduce a los retoques, a borrar las arrugas y hasta a alteraciones del carácter y la personalidad." Su conclusión: "Cuando el biógrafo se identifica con su sujeto hasta este punto, las emociones serán más intensas y el resultado es la ceguera que reside en la idealización". (Edel, (1987) 65-82. Las traducciones, literales, son mías)

Precisamente, hace un cuarto de siglo, en un breve ensayo que publiqué en 1985, criticaba yo a los biógrafos que todavía escribían sobre nuestros próceres pintándolos en "cuadros casi idílicos sobre sus virtudes, grandezas e ideales…ocultando su dimensión humana real tras (una) retórica romantizada". (CRN, La enseñ,54) Me percato ahora de que pese a que mi expresión era sincera, en realidad me criticaba a mí mismo también, puesto que algo del resbalón de la "transferencia se pudo haber percolado en mi trabajo. Aunque debo añadir que una intuición prometedora, aun no elaborada, merodeaba por allí mismo. En el mismo texto escribía que "hemos aprendido que los próceres eran de carne y hueso y tenían nuestras mismas debilidades.¨(ibid.,55) Obviamente, no soy el único que ha hecho esta observación sobre la humanidad normal de los próceres. Tampoco soy el único que no ha pasado del dicho al hecho, aunque en esta etapa de mi maduración vital e intelectual trabajo afanosamente con el tema en revisiones de trabajos previos y en trabajos en proceso.

Otra observación autocrítica. En mis lecturas más recientes me topo con lo que parece ser un consenso en el sentido de que la psicobiografía de corte freudiano, la más popular a comienzos y buena parte del siglo XX, ya está fuera de moda. Se solía pensar que a menos que el biógrafo no intentara señalar las influencias emocionales que sus sujetos padecieron en sus primeros años, su trabajo estaba incompleto. Los críticos más recientes de la psicobiografía, particularmente del psicoanálisis, sostienen que este tipo de biografía en realidad no dice lo que ocurrió, sino "lo que debió ocurrir". Tal vez, se alega, la psicología ha de seguir ayudando al biógrafo, cuando éste la utilice discreta y apropiadamente, y no mientras la sicología lo manipule a él. (Hermione Lee, 86-88) Pienso que al estudiar los sujetos más importantes de mis trabajos biográficos no me he detenido, pese a mi insistencia en la necesidad de hurgar a fondo en sus etapas formativas iniciales, en algunas consideraciones que podrían entenderse mejor con el apoyo de la sicología contemporánea. He escrito sobre tendencias recurrentes y pormenores esenciales característicos, por ejemplo, en el caso de Muñoz (nota), pero sin aventurar hipótesis psicológica alguna que explique lo que sencillamente he estado describiendo. Además de intentar un acercamiento documentalmente razonado a la verdad o verdades del carácter del sujeto, y una presentación literariamente lograda, el biógrafo bien podría hacer más atractiva su oferta, desde el punto de vista del lector, con alguna discreta hipótesis biográfica que, sin pretender explicarlo todo con enrevesados vuelos teóricos, sirva para condimentar el escrito con sugerencias incitadoras.

La agenda que nos reta, o la ruta pendiente

Unas pinceladas nada pretensiosas sobre la presenciua y tareas del biógrafo en Puerto Rico, apenas sugeridas en este ensayo, más como invitación a la investigación que como bosquejo aceptable. Algunos apuntes en torno a lo que considero ha sido mi trayectoria en el género, señalando logros y errores propios. Hasta ahí las páginas que preceden ¿Qué sigue? Según lo anunciado, algunos señalamientos en torno a lo que nos espera como investigadores y escritores de biografías (y sus áreas relacionadas) si es que nos proponemos ponernos a la altura de los tiempos en este mundo globalizante. Aunque productiva, la carrera del biógrafo en nuestro medio ha sido modesta en su volumen y bastante tradicional en sus orientaciones generales. Reitero: se impone la necesidad de asumir actitudes críticas ante el pasado y presente reciente del género, de modo que, trascendiendo lo acostumbrado y repetitivo y superando provincialismos, modorras y complacencias, nos pongamos al tanto con relación a lo que está ocurriendo en el resto del mundo.

Y lo que ocurre internacionalmente es extraordinario y asombroso. El género biográfico en todas sus manifestaciones ("life writing") se cultiva en cantidades y calidades muy superiores a lo que ha sido toda su historia anterior, salvando, claro está, a los grandes clásicos universalmente reconocidos. En todos los continentes, especialmente en América del Norte, Europa, Asia y Oceanía, nos topamos con numerosos grupos, asociaciones, programas universitarios, cursos, organizaciones privadas y otros organismos dedicados al género y sus variedades. Abundan los encuentros internacionales, interdisciplinarios, multiculturales y multilingüísticos. Es abundante la cantidad de títulos sobre la historia, teoría y praxis de la biografía que se puede acceder por compra vía Internet. Posiblemente la organización de más alcance y prestigio al presente lo es la International Auto/Biography Association (IABA), (nota) con sede en la Universidad de Hawaii en Manoa. Basta con suscribirse gratuitamente a su lista de miembros para comenzar a descubrir la abrumadora red de conexiones globales que produce hoy el cultivo del "life writing". Se comprende desde el punto de vista sociológico/cultural de nuestros tiempos, el que haya tanto interés en las vidas individuales, en grupos de ellas e inclusive en el estudio de aspectos parciales escogidos, ya en forma de biografías, autobiografías o memorias. Quien haga incursiones cibernéticas regularmente y esté al tanto en las tendencias bibliográficas al respecto, se sentirá hasta algo abrumado por la innumerable lista de temas que reflejan las informaciones que llegan, las convocatorias a conferencias y congresos y hasta las solicitudes de orientación por parte de estudiantes de doctorado que trabajan aspectos especializados en sus disertaciones, lo mismo desde China que desde Australia, Estados Unidos, Inglaterra y Alemania. (nota que hagan el experi). Numerosas facetas específicas novedosas en torno a los estudios de género y feministas; una amplia difusión internacional de la literatura biográfica gay, conocida también como queer biography; gran énfasis en las experiencias de vida de la niñez y la juventud; biografías y memorias sobre las emigraciones transnacionales. El tema del cuerpo humano (físico) y su relación con el carácter y pensamiento del biografiado adquiere prominencia, como se ilustra en un reciente y magistral artículo sobre Martín Lutero en la American Historical Review: "Understanding his physicality…can also help us to appreciate primary themes of his theology differently [….] Luther´s body, onmipresent in Lutheran visual culture long after his death, was central to the character of Lutheran devotional culture". (Roper, 354, en etc)

Lo que antecede es una mínima muestra de un temario que asombra tanto por su diversidad como por lo extremadamente especializado que a veces se torna. El primer paso de la agenda que nos espera parece obvio: tenemos que comenzar por investigar, familiarizarnos a fondo y mantenernos al día con relación a lo que está pasando en este espectacular trasiego para sacudir nuestras metodologías y temáticas predecibles, a tenor con lo que estos tiempos globalizantes nos sugieren.

Por otra parte, es necesario salir de la historia tradicional del procerato, o por lo menos, reenfocarla desde perspectivas revisionistas, críticas e imaginativas nuevas que descubran y documenten la humanidad compleja y mejor contextualizada de sus sujetos. Entre todas mis lecturas de los últimos años no había encontrado una manera más precisa de plantear este tema que la recogida en el fragmento que se cita a continuación:

Secular hagiography does continue to be written. Idealized, exemplary lives often serve, still, as elegies for representatives of victimized minorities, revolutionary leaders, political prisoners, or spokespersons for the oppressed.There is a huge political and cultural investment for certain groups in maintaining an inviolable biographical image of figures such as Gandhi, Mother Theresa, Martin Luther King, Rosa Luxembourg, Che Guevara or, above all, Nelson Mandela [….] El problema con esta tendencia, según esta autora, estriba en que genera la reacción contraria: "Sanctification, in most cases, then produces backlash, which veers to the other extreme of vilification. So mother Theresa's self-serving, right-wing politics, Luther King's sexual exploits or Guevara´s thuggish killings in the Havana jails and his treatment of homosexuals are aired in myth-debunkings which in turn serve their own political an cultural purpose." (Lee,, 107)

Es esta dialéctica la que ha empantanado, mi juicio, el progreso biográfico en Puerto Rico, en lo que se refiere a nuestras grandes figuras. O héroes casi santos, o traidores sin remedio: esa ha sido la historia, en términos generales. Es cierto que ocasionalmemte se reconoce que eran "humanos", pero la observación, casual, no es objeto de indagaciones profundas, atrevidas y valientes. Y eso es precisamente lo que exige y exhibe lo mejor del género en su cultivo internacional hoy. Es tiempo de que en nuestro medio se investiguen los sujetos biografiados con absoluta valentía y honradez intelectual y con el solo compromiso con la verdad a que conduzca la búsqueda no comprometida de antemano con una gran tesis ideológica o de cualquier otra naturaleza. Lo que se debe buscar en lo que dejó establecido como norma universalmente citada Leon Edel: "Seek the figure under the carpet…the covert myth has to be deduced from the public myth…[hay que buscar] "his doubts, his failures, his struggles, and not the answers to his successes that are written in the public prints." (Edel, 161-164)

Edel ha tenido mucho eco. Su admonición se expresa en distintos matices. "For we must read certain psychological signs- escribe un conocedor – that enable us to understand what people are really saying behind the faces they put on, behind the utterances they allow themselves to make before the world". (Hamilton, Primer, 109) Otro autor escribe: "The crucial question that a biographer must answer is this: What is the most appropriate way to deal with the biographical subject so as to express in the most meaningful and coherent way the salient aspects of his or her life within its own cultural context?" (Schoppa, 30 en Writin Bio) Otra autora es más explícita. Una biografía debe auscultar la vida de su sujeto en todos sus aspectos, tanto públicos como privados. "Readers wanto to know – escribe – how a subject confronted the existential issues and questions that all humans face. This includes more than 'Why am I here?' and 'What does my life mean?' At crucial times in the lives, individuals define or redefine themselves when circumstances force them to make difficult choices or when they remain unable to extricate themselves from their past." (Leckie, en Ambrosius, 6) Sé que en la historiografía nuestra podemos encontrar algunas ocasionales reflexiones breves que sugieren este enfoque más integral. Pienso, no obstante, que al día de hoy no se han producido trabajos significativos que respondan a esta necesidfad casi intuitivamente avizorada. Todos los cultivadores del género tenemos la obligación profesional de profundizar nuestras ofertas con estudios más agresivos, imaginativos, valientes y liberados de las ataduras conocidas.

En otra dimensión importante nos retan las tendencias internacionales más recientes. Hasta una revista tan conservadora como la American Historical Review ha tenido que reaccionar a la eclosión biográfica, al dedicar una Mesa Redonda al tema de "Los Historiadores y la Biografía" (ficha), en la que se plantea la pregunta: "What are the reasons for this recent efflorescence of historians´ biographies?" Se aducen varias explicaciones, pero las tres más pertinentes me parecen las siguientes: (1) "The subject of biography is no longer the coherent self but rather a self that is performed to create the impression of coherence or an individual with multiple selves whose different manifestations reflect the passage of time, the demands and options of different settings, or the varieties of ways that others seek to represent that person." Si bien en la llamada "nueva" biografía parece predominar la noción de que la personalidad es variable y multifacética y que no existe tal cosa como un "coherent self", sigue vigente en importantes círculos la vertiente contraria; a saber, "the probability that elements of personality developed in childhood can remain coherent over a lifetime, or that the cultural and social modalities that influence personality development can encourage the production of a fixed core within an idividual persona". Este debate sigue siendo fundamental y debe ser asumido entre los estudiosos puertorriqueños. No importa la posición que se asuma al respecto, el balance ha de ser positivo, puesto que en el transcurso de la ponderación de estos extremos mencionados, el investigador biográfico en nuestro medio habrá de enriquecer sus textos con sus consideraciones. (2) "Biography is no longer restricted to the lives of the rich, powerful, famous and infamous. There are infinite stories to be told of unknown, innarticulate unlettered men, women and children, and, as feminist, labor and social historians have discovered,telling them offers a fruitful approach to rexamining, and perhaps reconfiguring, the categories of class, gender and ethnicity as they interact at the level of the individual". Es interesante observar que por esta banda parece existir una fructífera y creciente producción en Puerto Rico que se manifiesta más, según mi personal observación, en el cultivo de la autobiografía y la memoria. Deberá continuar esta tendencia deseable, estimulando al mismno tiempo la biografía en sí de los no famosos, ricos y poderosos.(3)"The new biography…emphasizes the power of culture in shaping the self, in accord with the belief that culture, not nature, is the primary force molding individual personality". No podía ser de otra manera, en estos tiempos en que todavía impacta significativamente el "giro cultural". Para el historiador que cultive la biografía desde las perspectivas que anteceden, se abren nuevas posibilidades para descubrir e incorporar a sus indagaciones sobre el pasado concreciones humanas con sus colores y luces diversos, lo que permitirá impartirle vida y credibilidad a sus abstracciones y generalizaciones. (Para las citas que anteceden, véase Ibid, 579-581)

En definitiva, el consenso que parece predominar en la literatura reciente sobre la historia y teoría de la biografía ( y áreas relacionadas) sugiere que se ha ampliado considerablemente el reparto de exigencias para la reconstrucción más a fondo y compleja del sujeto biografiado. Se exige una investigación exhaustiva de fuentes muy diversas, tanto específicamente en torno al sujeto en sí como a su contexto histórico/cultural. Se persigue rescatar, tanto o más que la figura pública y su "obra", "the figure under the carpet"; esto es, el carácter y la personalidad que realmente palpita detrás de la imagen pública y que explica, en última instancia, dicha obra. Se busca, más allá de la documentación que está ahí, accesible, la que Vandiver llama la "evidencia existencial", otro nivel de señales "that no biographer can ignore,…secondary evidence [that] constitutes the meanings, appreciations, nuances of character that can be deduced from the existential evidence and from traits and habits¨.(Vandiver, en Oates, 51-52) Se propone, en fin, la evocación del carácter y la personalidad, con todas sus complejidades, grandezas, flaquezas, consistencias y contradicciones, como la más alta meta del biógrafo contemporáneo. Sin reclamar el mérito de haber logrado esta difícil hazaña, me reconozco al menos entre los que nos hemos percatado de la carencia y nos esforzamos por comenzar a superarla. En el prólogo de un libro que está por publicarse (si es que no ha salido al publicarse este ensayo), escribo: "El género biográfico en nuestro medio, como se sabe, peca de desatención a las complejidades humanas de sus sujetos. Se tiende a narrar los hitos en la vida de las grandes figuras, sin atender previamente sus procesos formativos, sus virtudes y defectos y las tendencias y pormenores esenciales característicos de sus mentalidades, según lo van revelando sus palabras, escritos y acciones". (fuente, p. 14)

Otros aspectos de la agenda que nos reta merecen al menos breves notas de cierre. Escribir sobre vidas, ya sea desde la biografía, la autobiografía o la memoria, conlleva esfuerzos literarios muy exigentes. No es aceptable a estas alturas la narrativa escueta y cansona de otros tiempos. La biografía (y sus congéneres) exigen un pacto con el lector que suscite de las maneras más imaginativas posibles su atención y hasta su colaboración para la comprensión de lo que se desea comunicar. El aprendizaje y el cultivo de técnicas literarias apropiadas para los historiadores, como ha señalado Fernando Picó, evitará que éstos se engañen a sí mismos y desistan de "remedar la prosa positivista que tan mal le sirve a la disciplina". (Ana L Vega et al, eds, Hist y Lit, 96)

Por último, los cultivadores del género en Puerto Rico debemos constituirnos en los principales promotores de nuestra producción, publicando trabajos que se reconozcan de inmediato como innovadores, complejos y revisionistas que incorporen, como lo ha hecho la historiografía en general, lo mejor y más avanzado del repertorio internacional. Se debe persuadir con militancia a las facultades universitarias correspondientes para que estimulen una mayor apertura a estos estudios tanto entre sus profesores investigadores como en el estudiantado. Simultáneamente, será necesario algún programa práctico y bien pensado dirigido a educar al lector general para afinar su gusto y capacidad crítica, de modo que exija, y se le ofrezca, lo mejor que podamos presentarle como resultado de nuestra propia reeducación.